Más que costumbre, casi tradición, en casa los domingos cenamos crepes. Concretamente, el crepe mixto, que nos encanta a todos. Asegurado este clásico, el crepe es además una excelente oportunidad para despejar la nevera de restos de la semana. Perfecto para el domingo y sin que se note que la cena va de restos.
Que tampoco pasa nada porque cenar de restos, si los restos son ricos, es como ir de festival, a uno bueno y variado. Pero hablo sobre todo de aprovechar esas pequeñas sobras de acompañamientos de algún almuerzo contundente, que instalados en pequeños tupper repartidos por la nevera, se van acumulando durante la semana con el riesgo de caer literalmente en el olvido.
Se trata de combinar bien los ingredientes, aunque creo que acertar no es difícil. En esta ocasión encontré un resto de champiñones, cuatro espárragos verdes ya hechos y unas rodajas de calabacín a la plancha. En el cajón de los embutidos tenía dos quesos, bueno más, pero elegí concretamente un Chedar y un Gouda. Y también encontré unas lonchas de mortadela italiana rica, que pensé que le darían un buen toque al asunto que no me disgustaba en absoluto. Efectivamente, quedó súper sabroso.
Los quesos se añaden al primer volteo del crepe, para que mientras se termina de hacer por la otra cara, el queso se funda sobre la masa. Las verduras las templo en el microondas y luego las coloco encima del crepe. Si están a temperatura ambiente no hace falta, simplemente se ponen sobre el crepe después del queso en la sartén, y cogerán la temperatura. Le añado pimienta negra por encima y, vista la mortadela, le pongo también una hoja de albahaca fresca.
Cuando hago estas versiones de crepe con lo que encuentro en la nevera, a veces los sirvo en abierto, según la cantidad de relleno, pero si veo que se deja, me hace gracia hacerlo en rollito, por variar. Así que una vez fuera de la sartén con todos los ingredientes entendiéndose entre unos y otros y compartiendo temperatura, le pongo una mortadela encima, que ocupa más o menos lo que el crepe, y enrollo. Y ya está.
Si le añado queso en caliente y se funde, no hace falta nada más porque ya queda jugoso. Cuando no utilizo queso, entonces sí me gusta aliñarlo con alguna salsa. Si me decido por ingredientes fríos, como un salmón ahumado que me encanta, le pongo un poco de mayonesa, chorro de limón y eneldo; o mostaza dulce, que con el salmón y el eneldo me parece irresistible.
En versión caliente mi preferido es con bechamel, que me parece una maravilla, especialmente en combinación con espinacas, y en general, con mezclas vegetales. En estos casos los condimento con pimienta y queso rallado, y los sirvo cerrados en forma rectangular o cuadrada. Para esto es imprescindible hacer el crepe en sartén o crepera de diámetro generoso, porque si no la lucha para cerrarlo puede terminar en derrota.
En definitiva, las combinaciones de ingredientes para preparar un plato de crepes son interminables. Y además, insisto, es una oportunidad fantástica para darles un buen destino a esos pequeños restos que suelen habitar en nuestras neveras.
De todas formas, el mixto, siempre presente.
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