Un ejercicio de aprovechamiento de sobras y de cosecha. Las dos plantas de judías verdes, ahora afectadas por la araña roja (esto es otro capítulo pendiente de mi huerto) han dado una cantidad razonable de judías, pero no suficiente para un primer plato familiar. Esta circunstancia, unos cuantos restos variados entre congelador y frigorífico, y mi ánimo de asegurar la ingesta frecuente de verduras en la dieta, me han llevado a este falso suquet de Bacalao, que por cierto estaba para chuparse los dedos.
Ingredientes
Gambas (congeladas pero aquí sí, idealmente frescas)
Judías verdes redondas (del huerto)
Guisantes congelados (opcional)
Ajo
Pimienta
Cilantro
Una cucharadita de harina para asegurar la viscosidad de la salsa
Base de tomate triturado (importante que sea de los que sabe a tomate)
Vino de cocinar (utilicé uno generoso que le dio mucho sabor)
Furikake, para realzar el sabor a mar, a falta de gambas frescas
Toque final de pimentón
Tiene todo lo que hay que tener para ser plato único y disfrutar de una comida equilibrada y fácil de elaborar. La base, unas patatas cortadas en dados, tostadas con poco aceite para empezar. Cuando ya tienen color, añado el ajo micronizado, cilantro y pimienta. Unas vueltas más, y pongo las judías frescas troceadas y el tomate triturado que me había sobrado de la última receta. Otra vuelta más, y enseguida una cucharadita de harina antes de incorporar los congelados para que en otra vuelta y media más, dé tiempo a que la harina entre en contacto con el aceitillo y se dore mínimamente.
En ese momento añado las migas de bacalao, que tenía un sobrante ridículo en el congelador, unos guisantes congelados por meterle más verde, y unas gambitas congeladas que también quedaban de muestra, y que me servían para sustituir la falta de bacalao. En este caso recomendaría unas gambas frescas, que no añadiría hasta el final, y de las que por supuesto aprovecharía las cabezas y cáscaras trituradas. Tal vez entonces tendríamos que rebautizar el plato como "falso suquet de gambas", que tampoco es una mala alternativa.
En este punto, un chorrito de vino generoso y un vaso de agua para asegurar el punto de cocción de las patatas. Tapo la cazuela y lo dejo a fuego medio. A los 15 minutos más o menos, destapo y dejo que vaya haciendo chup chup hasta reducir la salsa del suquet. Cuando casi está pero todavía se ve caldoso, le añado Furikake para que suelte ese sabor marino de algas. Luego apago y dejo reposar 5 minutos.
Sobre el Furikake: es un preparado de algas que funciona muy bien en muchas preparaciones. En el libro "Verduras sin Límites", del chef José Andrés, aparece como uno de sus condimentos indispensables. Me animé a utilizarlo, y estoy encantada. Un descubrimiento.
Y de segundo...me tomaría un huevito. Esto decía mi padre al término de un almuerzo completo de cocido, con todos los platos. La sopa, los garbanzos con la carne, el tocino y chorizo...vaya, el cocido de León. Pues al final siempre decía "pues yo, me tomaría un huevito". Y ahí se reservaba un trozo de tocino y de chorizo, y hala, con el huevo y el pan remataba la faena.
Pues este falso suquet de bacalao es perfecto para este final feliz: huevo esclafado sobre el fondo de tomate. Riquísimo. Primero sirvo los platos, dejando el rastro de la salsa y parte del suquet en la cazuela. Me hago un hueco con la espumadera, y allí lanzo los huevos a escalfar, para que recojan todo el sabor de esta receta. Podría ser un segundo, pero me gusta hacerlo en el momento y colocarlo sobre el plato servido. Si equilibramos las cantidades entra solo y se me ocurre que es muy recomendable. El toque de pimentón al final, especialmente si nos decidimos por la versión con huevo, es imprescindible.
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