Me encantan las de mantequilla, pero llevan tanta mantequilla que me da un poco de pereza gastar un paquete entero de 250 gramos, y resultan muy pesadas para mi gusto. Tengo una receta alemana de la masa con una proporción de mantequilla muy comedida, y que da un resultado fantástico. Sobre esta receta de masa, nos hemos inventado una variante con mermeladas de sabores variados y nocilla casera. Definitivas.
Están deliciosas, saben a mantequilla, no resultan nada pesadas, y el resultado es de lo más lucido. Ideal colocadas en caja de lata.
No llevan levadura, pero quedan entre esponjosas y recias. El secreto está en el amasado, con un poco de paciencia, un trato cariñoso de la masa, y un proceder parecido a cuando amasas para hacer pan. El amasado y las esperas sin embargo son más cortas, así que no hace falta una gran planificación ni previsión. Se hacen en un momento.
Ingredientes para la masa:
120 gramos de mantequilla (sin derretir)
70 gramos de azúcar (es el punto justo para que no queden dulces ni empalagosas)
250 gramos de harina (yo utilizo de repostería, pero con harina normal también funciona)
Un paquete de azúcar vainillado (no es en absoluto imprescindible)
Una pizca de sal
Un huevo XL
El proceso es sencillo. Se pone la harina y el azúcar en un bol, se mezcla. Se añade la sal y el azúcar vainillado. Se añade el huevo batido, y la mantequilla en tacos sin derretir. Se mezcla con las manos en el bol hasta que se hace masa, y ésta se trabaja sobre una superficie plana con algo de harina espolvoreada en la superficie para que no se pegue (no hace falta mucha harina). El amasado debe ser de unos 5 minutos mínimo, lo que se tarde en conseguir una bola perfecta. La bola tendrá que reposar en el bol, tapada con un paño o film, durante 20 minutos.
A partir de ahí, se recupera la bola, se extiende en la mesa con un rodillo (si no hay rodillo, una botella de vino sirve), hasta dejarla de un grosor intermedio que nos permita hacer formas y separarlas sin que se rompan. Luego en el horno siempre aumentan un poco, así que es mejor evitar que sean demasiado gruesas. Que queden muy finas tampoco es buena idea porque se rompen al sacarlas y en el horno se tostarían demasiado.
Con moldes de formas variadas, y con un vaso de plástico para las redondas, por ejemplo, vamos haciendo parejas de las siluetas deseadas, una de ellas con silueta también en el centro. Antes de emparejarlas, colocamos en los centros la mermelada elegida (yo utilicé de fresa, de naranja amarga que es un contraste fantástico, y una que tenía casera de higos buenísima). También probamos con miel, muy recomendable. El resultado es de lo más colorido.
Para las de nocilla (también casera con la receta de mi madre), utilizamos parejas de siluetas untadas en el interior por esta crema de cacao y avellanas casera.
Se colocan las galletas sobre las bandejas de horno cubiertas con papel de horno para que no se peguen. Precalentamos el horno a 200ºC y cuando está, metemos las galletas 15 minutos. Puede dar la sensación al principio de que quedan un poco blancas o crudas, pero están en su punto. Como mucho un par de minutos más, porque siempre depende del horno, pero ojo que no se tuesten demasiado, que también están ricas cuando pasa, pero ya no son tan perfectas.
Las galletas quedan jugosas, y las mermeladas y la miel consolidadas pero tiernas, sin la viscosidad original.
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