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Foto del escritorLa cocina de Bárbara

Media luna de brioche

Este es de naranja. Podría ser de cualquier otro cítrico, pero este de naranja ha quedado de maravilla. Las formas pueden ser de lo más variado. Se me ocurrió hacer una media luna y queda así de bonito y apetecible.

Es perfecto para desayuno, ideal con mantequilla y mermelada untadas, o merienda así tal cual. Es cero empalagoso y cero seco. Una tentación que con el toque del agua de azahar recuerda un poco al roscón de reyes. Es una receta ideal para hacer con amasadora. Se tarda un rato en hacerlo por los tiempos de reposo de la masa, dos horas en la primera fase y hora y media una vez dada la forma antes de entrar al horno, pero con un poco de previsión esto se soluciona. Y merece la pena.



Ingredientes:


  • Harina de fuerza, 420 gr

  • Una cucharadita de sal

  • Una cucharadita y media de levadura seca de panadería

  • Azúcar, 60 gr

  • Un huevo entero y dos yemas

  • Leche, 130 gr

  • Una cucharada de agua de azahar

  • Una cucharada de Málaga virgen

  • Dos dedos de zumo de naranja

  • La ralladura de piel de la naranja

  • Mantequilla, 140 gr en trozos, para ir añadiendo a temperatura ambiente



Preparación:


Primero pongo todos los ingredientes en el bol de la amasadora, excepto la mantequilla y la levadura seca, que hay que disolver previamente en un poco de agua templada. Cuando la disolución se ha completado, la añado y pongo en marcha la amasadora a velocidad media.

Cuando la masa empieza a tener aspecto de auténtica masa, con todos los ingredientes bien mezclados, es cuando empiezo a añadir los trozos de mantequilla. Lo ideal es que no estén duros del frío de la nevera, pero en ningún caso hay que derretirla. Voy añadiendo cada trozo a medida que el anterior se ha integrado en la masa.

Terminado el proceso, con todos los ingredientes formando ahora ya sí una masa totalmente uniforme, paro la amasadora. Saco la masa, la trabajo suavemente para formar una bola con ella, y vuelvo a dejarla en el bol, esta vez tapado con film de cocina o con trapos. Para que la levadura haga su función y la masa pueda duplicar el tamaño o al menos crecer generosamente, es necesario que esté a una temperatura cálida y sin corrientes. Esto no siempre es fácil. Mi truco es precalentar el horno al mínimo, y cuando digo mínimo es a unos 20ºC, y dejar el bol tapado allí dentro 2 horas. El horno sólo lo dejo funcionando al principio. Luego lo apago y mantengo allí la masa. Me funciona muy bien para asegurar que el fermentado sigue su curso.



Después de las dos horas, vuelco la masa sobre la tabla de amasar, la trabajo un poco hasta conseguir la textura adecuada, elástica y que no se pegue a las manos, y la divido en tantas partes como bolas de brioche quiera conseguir. En este caso fueron 9. También se pueden hacer individuales, pero me gusta lo jugosa que queda por dentro y de esta forma hay más cantidad de miga que de corteza.



Una vez hechas las bolas, las coloco en el recipiente que irá al horno (este es de silicona y nunca se pega la masa), y lo dejo en reposo tapado con un trapo otra hora y media hora más.

Pongo a precalentar el horno a 210ºC y mientras tanto pinto la superficie del brioche con clara de huevo batida. Cuando está a temperatura meto el brioche, y a los diez minutos bajo la temperatura a 180ºC. A los 30/35 minutos conviene estar atentos, porque puede que esté a punto. Lo veo por el color, y en caso de duda, abro y pincho la masa. Si la hoja del cuchillo sale limpia es que ya está. Lo saco y lo dejo enfriar en el molde diez minutos más, y a partir de ahí ya cada uno que decida si se resiste a probarlo o si da tiempo a desmoldear sobre una rejilla para dejar enfriar del todo.

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