Lo primero es hacerse con unos pimientos rojos, anchos y cortos a ser posible. Y si os gusta el bacalao, la mezcla de una bechamel suave de brandada con base de patata es perfecta. Los más laborioso es preparar el relleno y verterlo en el interior de los pimientos descabezados. De lo demás se encarga el horno.
La receta no tiene mucho misterio ni es una revolución en los recetarios tradicionales. El secreto es encontrar el equilibrio de sabores, y sazonar al gusto para darle un toque personal que resulte identificable. Es bastante sencilla y el plato funciona como primero o como entrante, o incluso como plato principal. Siempre se puede jugar con el acompañamiento.
Ingredientes:
Pimientos rojos
Bacalao desmigado y desalado
Patatas
Harina
Mantequilla
Leche
Sal
Nuez moscada
Pimienta negra
Elaboración:
Empiezo con los pimientos. Los lavo y les quito el tallo, dejando abierta la parte superior, pero sin preocuparme mucho de quitar las semillas, y los envuelvo en papel de aluminio para darles un toque de horno rápido. La idea es que, como el relleno lo preparo al fuego y queda casi en su punto, el golpe final de horno es más que nada para gratinar y aunar un poco los sabores, así que necesito que el pimiento ya esté también algo hecho. Para escalivarlos, les pongo sal y unas gotas de aceite. Bien cerrados en su estuche de papel de aluminio y unos 15 o 20 minutos a 180ºC.
Mientras los pimientos se hacen, paso el bacalao por la cazuela con una gota de aceite, para sofreírlo un poco. Para que quede más sabroso, se puede añadir algo de cebolla micronizada, y luego incorporo las patatas (tenía unas sobras de patatas hechas al microondas; si no hubiera sido el caso, habría que empezar por las patatas).
Una vez mezclado, paso a la batidora esta especie de brandada de bacalao para conseguir una masa homogénea. Por supuesto respetando la fibra del bacalao. Para conseguirlo, añado un poco de leche, y lo bato con mesura.
En el mismo cazo ya vacío, pongo en marcha una bechamel, con la mantequilla, la harina, la sal y la leche, como la preparo habitualmente, y cuando la mezcla no tiene grumos y parece que quiere empezar a espesar, añado la mezcla de la batidora para unificarlo todo. La clave es encontrar el punto de espesor, teniendo en cuenta que después con el paso por el horno tiende a solidificarse un poco más. Así que la viscosidad tiene que ser más o menos consistente, pero un punto menos que la que pretendemos conseguir al final de todo el proceso.
En unos 15 minutos más o menos, con la paciencia de ir removiendo con cierta constancia, el preparado estará listo para verterlo en cada uno de los pimientos. La nuez moscada o la pimienta negra, al gusto, las voy incorporando mientras remuevo la bechamel de brandada.
Relleno cada pimiento con generosidad. Y por encima, queso parmesano rallado y algo de orégano. Admite muchas combinaciones. Al horno con el gratinado superior, unos 10 o 15 minutos a 180ºC. El aroma hace honor al aspecto.
¡Que aproveche!
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