Plato templado, medio ensalada tibia, medio no. La versión de casa no llevaba quinoa. Directamente las judías verdes con patatas, hechas al vapor, eran la base de este plato, que se servía como ensalada. En la adaptación del original, prescindo de las patatas y utilizo quinoa. Fresco, saludable, ligero y sencillo, me gusta prepararlo para alguna cena de entre semana, y sobre todo, es una buena forma de aprovechar las judías que sobran, sin riesgo de que repetir resulte aburrido.
Judías verdes y tomate de ensalada. Como punto de partida me consta que puede sonar raro, aunque las judías verdes en versión guiso de cuchara de casa se preparaban con tomate, con tomate cocinado y pimentón. De todas formas, en este caso la clave es que la combinación de alimentos permite una transición de sabores muy armoniosa, gracias al queso fresco y la quinoa, que aportan estabilidad al plato.
La sardina tiene un protagonismo claro, así que es decisivo dosificar bien su presencia y por supuesto utilizar sólo sardinas en conserva de calidad. Dos por plato (de las medianas o grandes), y sólo un poco del aceite de la lata vertido sobre la quinoa, siempre que el aceite de elaboración esté a la altura de las propias sardinas. Poner más aceite anularía los contrastes del resto de sabores, del sabor a verde de las judías al dente, y del refrescante tomate cherry.
Ingredientes:
Judías verdes (las redondas quedan muy bien también en esta ensalada, pero si la cosa va de utilizar las sobras, las planas no ofrecen resistencia alguna a esta combinación)
Tomate cherry (el reto es encontrar de los que saben a tomate de verdad, pero los hay. Los cherry pera suelen dar muy buen resultado)
Quinoa
Queso fresco tipo Burgos (también funciona con mozzarela fresca)
Sardinas en aceite (yo utilicé unas que compré en Portugal este verano -Comur-, que están buenísimas)
Aceite
Menta
Sal
Pimienta negra
El modo de preparación no tiene mucho misterio. La quinoa, hervida, y las judías verdes, al vapor. Lo ideal es tenerlo preparado con antelación para que estén templadas. Si queremos el efecto ensalada, mejor hacerlo con previsión para que puedan servirse frías de la nevera. De todas formas, mi recomendación es montarlo como plato templado, que para servirlo como plato único en una cena, me parece más adecuado.
Para el aliño, preparo un aceite de menta (lo hago en casa con menta fresca del huerto, simplemente batiendo las hojas en un aceite de oliva rico para que quede aromatizado). Esta es la base del aliño, ya que del aceite de las sardinas utilizo muy poco, sólo sobre la quinoa. Un toque de sal (poca o incluso nada, porque con la sardina los sabores ya son intensos), y pimienta negra por encima.
El plato está listo para servir.
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